Page 6 - Revista Virtualidad Educativa edición 2
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CARTA DEL EDITOR
Irela Margarita Paz Domínguez
Doctora en Ciencias Pedagógicas
Cuba.
La educación es un proceso intrínseco al desarrollo de la humanidad y, los educadores, son la proa en la travesía de
todo acto educativo. Ninguna sociedad puede desconocer el valioso aporte del magisterio al progreso humano, ni la trascendencia de la obra educacional.
Reconocidos filósofos, pedagogos, políticos y científicos en general, en las diferentes épocas del devenir histórico - social de la humanidad, han pensado, estudiado y aportado en torno al papel de la educación y en especial a las funciones y cualidades de los educadores, como figuras claves para lograr el impacto deseado en la configuración del ideal de ser humano modelado e imaginado según las condiciones económico- sociales concretas.
Dos aristas esenciales trascienden en la visión acerca de los profesionales de la educación: su preparación cultural general y en los contenidos de la profesión, así como la formación de elevadas cualidades morales. En el siglo XVIII el gran pedagogo suizo Juan Jacobo Rousseau sentenció “Maestros, sed virtuosos y buenos, que vuestro ejemplo se grabe en el corazón de sus alumnos”. Otros pensadores en el siglo XIX destacaban “Denme los maestros que forjaré un pueblo” (José De la Luz y Caballero, cubano) y “La primera profesión por su importancia trascendental es la del magisterio; y si la escuela no es lo que debe, es porque el maestro no sabe ser lo que debe ser” (Eugenio María de Hostos, puertorriqueño).
Esa cultura general y profesional, así como la formación axiológica, es resumen y expresión de la época histórica en que se desenvuelve el educador. Ello invita entonces a reflexionar en torno a algunas interrogantes: ¿qué se espera de la educación en este siglo XXI? ¿Cómo deben ser los maestros y profesores de estos tiempos?
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