Page 36 - Revista Virtualidad Educativa
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 Introducción
En el modelo educativo cubano actual se precisa el rol, tareas básicas y funciones del maestro. Se explica que este asume el rol de educador profesional, y tiene como tareas básicas instruir y educar, desplegadas a través de las funciones docente - metodológica, investigativa y orientadora. Estas funciones son comprendidas como “las actividades ejercidas por el profesional a través de las cuales cumple con el encargo a él asignado” (Recarey, 2004; 37) y aunque tienen su identidad, se van entremezclando y complementando en todo el proceso pedagógico. En ocasiones una de ellas prevalece y sintetiza a las demás, pero un proceso educacional efectivo requiere de la integración de dichas funciones.
Los estudios en torno a la ciencia pedagógica en general y a la formación del docente en particular, realizado por autores en diversos contextos, revelan que se profundiza más en la función docente metodológica e investigativa, que en la función orientadora de los profesionales de la educación.
Es importante que en el proceso formativo de docentes se visualice y pondere la labor orientadora, con una doble intencionalidad: promover el desarrollo profesional y personal de estudiantes de carreras pedagógicas y de los que ya ejercen la profesión, en la misma medida que se les prepara para el despliegue de la función orientadora con niños, adolescentes, jóvenes y adultos según el nivel educacional donde se inserten. Se coincide con Suárez (2013), que el docente en su función orientadora actúa con la intención de intervenir sobre los procesos cognitivos y afectivos de los alumnos, busca desarrollar un proceso transformador, modificador y constructor de la persona.
El desarrollo de la humanidad y los complejos problemas sociales que nos afectan, evidencian la necesidad de incidir más en la subjetividad, promoviendo la implicación de cada persona en su propia formación. Se asumen, por tanto, las concepciones de Vinent (2000), quien al estudiar el proceso formativo en estudiantes de preuniversitario destaca la relación de los procesos externos e internos. Por ello, el docente debe prever cómo organizar las influencias externas, de modo que promueva el desarrollo de los recursos internos de los educandos, que movilice el potencial regulador de la personalidad, como expresión de las relaciones formación- autoformación. (Paz, 2006).
Se revela entonces el papel de la orientación educativa como una función esencial del docente y la necesidad de adquirir la formación adecuada para su despliegue. La orientación en el campo educativo se reconoce hoy como una disciplina, resultado del devenir histórico de las ciencias, en relación con las particularidades del desarrollo de la sociedad que plantean nuevos problemas y exigencias al desarrollo humano (Alfonso y Serra, 2016).
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