Page 50 - Revista Virtualidad Educativa
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Introducción
Propiciar en los estudiantes el desarrollo de actitudes favorables relacionadas con la agricultura, la producción de alimentos y la sostenibilidad agrícola, constituye una necesidad que se hace cada vez más evidente y necesaria. En escenarios como: la Conferencia Intergubernamental sobre Educación Ambiental (1977), el Convenio de Viena para la protección de la capa de ozono (1985) el Protocolo de Montreal (1987), los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000-2015) entre otros; suscritos por muchos Estados, se constata la preocupación para dar respuesta a esta problemática y continúa siendo una prioridad para los países encontrar las mejores vías de alcanzar, no solo el dominio y perfeccionamiento de la tecnología agrícola; sino también, la búsqueda de prácticas más efectivas y seguras para frenar el deterioro ambiental y propiciar el cultivo, el consumo y la sostenibilidad.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, a través de sus objetivos y metas ofrece las direcciones esenciales hacia las cuales hacer converger los esfuerzos, para generar acciones concretas que propicien la toma de conciencia, movilicen a los decisores hacia la búsqueda de soluciones pertinentes, generen alianzas eficaces que fomenten el desarrollo y los beneficios mutuos a corto, mediano y largo plazos, además de generar conocimientos, actitudes y habilidades, sin los cuales resulta imposible el desarrollo.
A pesar de estas pretensiones, investigadores como Ostroumov (1984), Jachaturov (1988), Andrade & González (2019), Bysho, et al. (2019), Betancourt (2020), revelan la poca efectividad de las medidas adoptadas y cómo se acentúa el deterioro del ecosistema, así como el riesgo que ello representa para la supervivencia de la especie humana. Se precisa por esta razón, que los Estados diluciden con la mayor agilidad posible, las vías más apropiadas para el máximo cuidado y aprovechamiento de los recursos ambientales.
Un lugar relevante para cubrir estas expectativas le corresponde al sistema educativo, por su incidencia en el proceso formativo de niños, adolescentes y jóvenes, quienes en un plazo breve serán los beneficiarios directos de las metas ambientales que puedan ser logradas. La responsabilidad conferida a la escuela para fomentar los pilares de la educación Delors (1996), constituyen la premisa indispensable para ello.
En el sistema educativo cubano, de manera puntual, desde los objetivos generales de la Secundaria Básica se pretende que el estudiante pueda demostrar a través de su relación con el entorno la apreciación, la sensibilidad y la espiritualidad ante lo bello y el bien, así como la creatividad y el disfrute de las manifestaciones artísticas, en correspondencia con el ideal ético- estético de la sociedad, cuestión esencial que contiene en su esencialidad los saberes y habilidades que son promovidos desde el contexto escolar.
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