Page 40 - Revista Virtualidad Educativa edición 2
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 Según Schön (1987), pionero en este campo, el practicante reflexivo es aquel que tiene la capacidad de analizar críticamente su propia acción, cuestionando supuestos y buscando alternativas creativas. Esta reflexión se lleva a cabo de manera continua, integrando teoría y práctica, lo que permite al docente generar cambios significativos en su forma de enseñar.
La práctica reflexiva implica un proceso de autoevaluación constante, en el que el docente examina de manera crítica su desempeño, identificando fortalezas y áreas de mejora. A través de la reflexión, el docente puede cuestionar sus creencias y supuestos, adaptar su práctica a las necesidades de sus estudiantes y experimentar un crecimiento profesional continuo.
En este sentido, Zeichner y Liston (1996) señalan que la formación de docentes reflexivos implica el desarrollo de habilidades metacognitivas, como la capacidad de observarse a sí mismos, analizar situaciones complejas y buscar soluciones contextualizadas. Asimismo, implica la disposición a trabajar de manera colaborativa, compartiendo experiencias y aprendiendo de otros profesionales.
La importancia de formar a los enseñantes para reflexionar sobre sus propias prácticas radica en que esto les permite adaptarse a los desafíos cambiantes de la educación, mejorar la calidad de su enseñanza y promover el aprendizaje significativo de sus estudiantes. Sin dejar de tener en cuenta que la reflexión constante ayuda a producir igualdad, educar emocionalmente, participar del cuidado del medio ambiente, comprender la complejidad del proceso educativo y a tomar decisiones informadas en beneficio de los alumnos.
Formar un docente reflexivo.
La formación de un docente reflexivo es un objetivo fundamental en el ámbito de la educación, que busca desarrollar habilidades y competencias en los profesionales de la enseñanza para que puedan reflexionar críticamente sobre su práctica docente y mejorar continuamente su labor pedagógica.
Retomando las ideas de Zeichner y Liston (1996) quienes hacen hincapié en que la formación de docentes reflexivos implica el fomento de habilidades metacognitivas, como la capacidad de auto observación, análisis crítico y toma de decisiones informadas. Sostenemos que son habilidades fundamentales para que los docentes puedan comprender su propio proceso de enseñanza y aprendizaje, identificar áreas de mejora y adaptar su práctica a las necesidades de sus estudiantes.
La formación de docentes reflexivos también está respaldada por el enfoque constructivista del aprendizaje. Según este enfoque, los docentes deben actuar como facilitadores del conocimiento, promoviendo la participación activa de los estudiantes y fomentando la reflexión sobre los contenidos. En este sentido, Dewey (1933) destaca
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